Este lienzo del pintor flamenco Brueghel data de 1625 y se encuentra en el Museo Nacional de Escultura (curioso, ¿no?) en Valladolid. En él se incurre en una curiosa paradoja. La representación de las tentaciones que acechan al santo se hace mediante figuras grotescas y monstruosas, como señal de que se trata de invitaciones diabólicas. Pero, al mismo tiempo, si son tentaciones, ¿no deberían resultar tentadoras, atractivas, seductoras? Resistirse a esa panda no parece virtud, sino cuestión de buen gusto.
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